miércoles, 14 de marzo de 2007

Tragedia, comedia y política en el Perú - Sobre Valentin Paniagua

:: Alberto Adrianzén ::

Una de las principales virtudes del gobierno de transición de Valentín Paniagua fue su claridad de objetivos, prácticamente, desde sus inicios. Muchas veces Paniagua solía decir que se gobierna con ideas ya que estas nos indican hacia dónde se quiere ir. [...]

Es curioso, Valentín Paniagua era un entusiasta del régimen presidencialista; sin embargo, su visión era todo lo contrario al caudillismo político y a un manejo centralizado del poder. El gobernar era una tarea de equipo, de un colectivo, jamás quehacer de un solo hombre. De otro lado, siempre se negó a ser visto como ejemplo moral. (...)

Ahora que han pasado los años y que no está presente, sospecho que el presidente Paniagua hubiese suscrito lo que dice Timothy Fuller, repitiendo a su maestro, ese inteligente conservador inglés, Michael Oakeshott: "Somos libres para interpretar nuestras circunstancias y responder a ellas mediante el uso de nuestra inteligencia, y en esto podemos obrar bien o mal. Y somos individuos porque no podemos deducir de la vida de otros lo que debemos hacer, por sugestivas que puedan parecer las vidas de otros". Por eso, al no sentirse ejemplo, Paniagua respetaba a todos por igual, puesto que en ese respeto estaban en juego la libertad, la dignidad y la igualdad de cada uno.

(...) Su idea de fundar una nueva democracia no pasaba por él sino más bien por los otros, por la historia. Era tarea de multitudes, pero también de instituciones. (...)

En este contexto, supo enfrentar esa tentación y ese viejo dilema que plantea toda acción política: "entre la búsqueda de la perfección en línea recta y la declinación hacía la cínica posesión del poder por sí mismo", Paniagua optó por lo primero, sabiendo conscientemente de su propia imposibilidad por conseguirla. De ahí que su política haya tenido, por momentos, un sello trágico, puesto que entendía que esta, me refiero a la política, debía ser vivida como una tensión, ya que suponía optar permanentemente entre lo bueno y lo malo (...) Algo que hoy se dice poco y que se esconde tras al manto de una hipócrita unidad.

De ahí que Paniagua entendiera la política sobre todo como un ejercicio moral sin desdeñar las limitaciones que impone la realidad. (...) Su austeridad tenía como referencia no solo los bienes y dineros públicos sino sobre todo el uso de un poder que él ostentaba de manera transitoria y, acaso, fortuita. Sabía que un abuso del mismo llevaba hacía la deshonestidad política, moral e intelectual. Por eso, la política era entendida como sucesivas opciones morales y no solo como el uso tecnológico y puramente racional (y también mediático) del poder. [...].
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