miércoles, 14 de marzo de 2007

Sociedad civil, ONG y cultura liberal

:: Gonzalo Gamio Gehri ::
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El problema generado por la aprobación de la ley que pretende controlar las ONG se ha ido agravando poco a poco al interior de nuestra convulsionada escena política. Sectores de la sociedad civil y algunos partidos opositores –aquellos que no componen la vergonzante alianza entre el Apra, el fujimorismo y UN– han planteado que el TC evalúe su inconstitucionalidad. (...)

(...) Este debate ha revelado no pocas confusiones y prejuicios en determinados sectores de nuestra sociedad, incluidos algunos círculos intelectuales afines al gobierno, sobre el trabajo de las ONG y sobre el rol de la sociedad civil en una democracia. Opera aquí una especie de miopía conceptual respecto de los principios básicos del liberalismo político y su legado para el pensamiento y la práctica cívica. Que determinados "gurús" empresariales y políticos identifiquen erróneamente la cultura liberal con el imperio irrestricto de la economía de mercado y nada más (aunque el libre mercado tenga que coexistir con regímenes dictatoriales feroces, como los de Pinochet y Fujimori), no sorprende; tampoco sorprende que crean –también erróneamente– que sólo existe el liberalismo "de derecha". (...) Juicios como ése hacen patente el profundo déficit de cultura liberal presente entre nuestros académicos, cosa que hay que lamentar.

El argumento parece ser el siguiente: el poder democrático es aquel que brota exclusivamente de la representación política. Los usuarios de ese poder son quienes representan a sus electores en los fueros del poder Ejecutivo y Legislativo, y al interior de los partidos políticos. Como las ONG "no representan a nadie", resulta extraño que estén comprometidas con proyectos de investigación y acción vinculados a la vigilancia cívica. De un modo supuestamente irregular, ellas estarían compitiendo con el "poder legítimo". Algo debe andar mal con nuestros partidos, para que otras instituciones "usurpen" su función.

Se trata de una tesis falsa, que pone de manifiesto la estrechez de miras de ciertos intelectuales frente al legado liberal. (...) La representación política es condición necesaria, pero no suficiente, de la ciudadanía democrática. (...)

Es en esta perspectiva que habría que discutir el tema de las ONG y el de su función ético-cívica. El problema de su definición apenas ha sido tocado, a pesar de que se trata de un asunto de singular importancia (desde Platón, el problema de qué es algo –en este caso las ONG– es más originario y decisivo que la cuestión de cuántas sean ellas o cómo podrían ser menos en determinadas circunstancias). (...) La ley anti ONG establece de manera autoritaria e inconstitucional restricciones a este principio. Que un sector de nuestra intelectualidad no perciba claramente los peligros que esta propuesta entraña constituye acaso un signo más de la precariedad de nuestra democracia.
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