lunes, 16 de marzo de 2015

Suave piel oscura | 15.03.2013

Hoy nos conocimos pero no sé quién eres.
Reconocería tu rostro en la calle, 
aunque la presentación haya sido corta. 
Mientras conversábamos en un papel escribiste tu nombre,
el cual recuerdo con dificultad: "Marya" o "Manarya"?, no lo sé. 
Está claro que tenía una M, una A, una R y una Y. 
En ese mismo papel escribiste tu número 
junto con una nota que decía: "Sí, sí te acepto la taza de café", 
aunque nunca te lo haya propuesto. 

Por descuido perdí el papel y te pedí que me dieras tu número de vuelta y empezaste a dibujarlo:
" 9 9 4 6 ...
Eras zurda y escribías de lado. 
Las colas de tus nueves parecían alas de gaviotas. 
Y cada uno de tus números eran perfectos.
"¿Qué es eso?", te pregunté.
"Es un cero", reíste.
"Ah... se parece mucho a una pera...", comenté. 
Reímos juntos.

Dejé de ver los números porque me impresionó tu caligrafía. 
¡Me encantó! 
Te observaba encantado mientras dibujabas los números con mucha alegría y paciencia, 
con suma perfección con un plumón de tinta celeste. 
Te observaba. 
Me gustó mucho la vincha con detalles folclóricos que llevabas en la cabeza. 
Que tu pelo castaño ondulado como el mar, esté limpio. 
Que tu sonrisa dejara ver tu alma. 
Que tu piel oscura se viera tan suave
Llevabas también una blusa azul metálico desteñido y una falda larga y ligera. 
Venías de una largo viaje porque tus botines tenían tierra 
y tenías los pómulos quemados por el sol.

"¿Cuándo te veo?", te pregunté con suficiencia.
"Me quedo dos años por acá", respondiste dibujando una sonrisa en tu rostro.
"Porqué si le gusto no la intimido", me pregunté. 
Era obvio que te gustaba. 

Ella dispersa en el sofá me prestaba toda la atención del mundo 
mientras seguía con sus cosas. 
Me sonreía y hacía muecas. 
Cansado y confundido me despido diciéndote noséqué, 
pero seguro era una invitación para volvernos a ver.

Sigo con lo mío.
Pienso un momento...
Regreso. 
Me acerco a ti y te beso. 
Aceptas el beso. 
Luego lo rechazas, 
a pesar de ello te siento sincera. 
Te sonrojas pero no bajas la mirada. 
Me enamora tu confianza. 
"¿Quién eres?" -me pregunto- "¿Porqué me haces actuar así?".


Ella

El sol brillante que se cuela por un lado de la cortina me revienta los ojos. 
Me despierta. 
Impaciente te busco en los rincones de mi cuarto, 
miro al techo, 
al lado, 
no te encuentro... 
¡Putamadre eras un sueño!

Empiezo de vuelta.

Hoy soñé contigo y no sé quién eres.
Eras tan real en mis sueños como si realmente te conociera. 
Reconocería tu rostro en la calle, 
aunque nunca te haya visto...

lunes, 9 de marzo de 2015

Se pareció tanto a ti | 06.03.2013

Murió Chávez. Unos han dejado caer sus caretas, otros siguen igual de caraduras. 
Los amantes de la vida celebran su muerte. 
Los políticamente correctos dan su "sentido pésame" a una familia que no conocen, 
a un pueblo que le es ajeno. 
La derecha autoritaria, como les gusta tildar a los demás, no es capaz de guardar un minuto de silencio. 
La izquierda libre, como les gusta definirse, se despide de su Comandante en Jefe que atropelló cuanto opositor y medio de comunicación tuvo en frente, que usó como arma favorita la violencia e intimidación contra los que osaron pensar diferente. 
Los más preparados sacan datos estadísticos de organizaciones internacionales de cómo Venezuela dejó atrás la pobreza extrema (con el dinero del petróleo de empresas expropiadas y nacionalizadas que vendía a EEUU) después que Chávez asaltara el poder. 
Organizaciones internacionales que dijeron que en la re-re-elección no hubo trafa, esas organizaciones de flojos que toman los datos estadísticos del país hospedero. 
"Hay menos pobres, más igualdad", algo parecido a lo que hizo Fujimori con la basura que regaló a sus connacionales que lo eligieron democráticamente.

Me jode que el cáncer se lo haya llevado. 
No celebro. 
La muerte le evitó muchas penas y angustias que creo necesario sufriera, 
como hizo sufrir a muchos. 
Hubiera preferido que muera pagando sus errores, 
desenmascarado, como una triste parodia de lo que pretendió ser. 
Como Fujimori porque, a pesar de los tecnicismos, se pareció mucho a él.

lunes, 2 de marzo de 2015

Confesión | 20.02.2013

Son casi las 4 de la mañana y despierto listo para otro día de pesca. Reviso las condiciones de mar y el eco de una frase/reflexión/afirmación de un amigo retumba en mi cabeza. Y es que la claridad y seguridad de su pensamiento me invita a liberarme de las cargas sociales y ser yo mismo, sin caretas ni complejos. Me pregunto si hubiera sido necesario viajar miles de kilómetros a Nicaragua con el afán, entre otras cosas, de encontrarme a mi mismo si hubiera tenido esta conversación antes. No lo sé.

"Quiero que la gente sepa que me gustan las gordas", sentenció mi buen amigo cambiando con su coraje las motivaciones de mi búsqueda personal. 

Espero que esa valentía los inspire a ustedes también.

Que el mar nos dé buena pesca y nos permita volver a casa.

Saludos.