miércoles, 14 de marzo de 2007

Jugador

:: Pedro Salinas ::
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Alan es un jugador. Un ludópata de la política. Tiene adicción patológica a los juegos del azar en la vida pública. Es más fuerte que él. Es así. (...)

Es la suerte, y no la sabiduría, la que rige su conducta política. Como Napoleón, cree que primero está la ventura, luego lo demás. Actúa por impulsos, por instintos, nunca por cordura. Tiene que empaparse de la adrenalina del albur para sentirse bien. Y en eso se le va el día; y la vida, claro. Apostando a retirar al Perú del sistema interamericano que vela por los derechos humanos. Organizando timbas con el fujimorismo. Tirando los dados con Hugo Chávez. (...) Lanzando a tres bandas y buscando la carambola en sus copiosas exposiciones mediáticas. Escupiéndole maledicencias de casino a sus ministros cada vez que le zozobra el destino. Y así.

No hay nada que hacer. Le gusta. Le encanta la cosa como a los curas les vacila sermonear media hora y con vino. Y mientras lo tengamos de presidente, la estrella del Perú seguirá jugándose como en el hipódromo. Al golpe. Al placé. Al caballazo. Al tumtúm. Porque las cualidades del presidente García son las mismas que las del apostador. Homónimas de la ligereza, la inconsecuencia, el oportunismo, el disparate, la frivolidad, el sinsentido, lo champero. Porque García, como en el juego, cree que en la política no hay moral ni hay reglas. Que esperar lo contrario es como pretender hacerle la permanente a un puerco espín.

(...) Solamente confiemos en que no se le ocurra, otra vez, como ya lo hizo en el pasado, financiar la tómbola con nuestros impuestos. O peor, jugar con nosotros a la ruleta rusa.
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