Como decía un profesor de mi cole: "Antes de empezar a hablar, quiero decir unas palabras". Y es sólo una pequeña acotación: Me voy a tomar la libertad de pegar la historia completa, ya que creo que merece ser leída así.
"¡Deale, deale!… ¡FLACO! -silvido- ¡acomoda la mochila por favor!"
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Empecemos de una vez.
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Ayer fue el cumple de Jose Boluarte, uno de los chicos más populares de la Agraria, simpático (así sea un feaso), pesquero como pocos -sólo los valientes-, y de los mejores amigos que uno puede tener.
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Lo llamo a las 11 de la madrugada, no lo encuentro. A las 12, no lo encuentro.
Es una buena excusa para llamar a Majito -me encanta hablar con ella, así sean unos minutos-, su hermana mayor, y le pregunto
donde está el parásito ese. Me dice que debe estar durmiendo, que no sabe ella está en la playa,
lejos de Jose (no la culpo). Lo llamo a su nuevo fono, me contesta uno de sus miles de hermanitos. Para mi son iguales, los he visto crecer, siempre serán pequeños. Me dice que no está, que vuelve a las cuatro. Lo más curioso es que no llamaba a saludarlo, no me acorde de tan magno acontecimiento, sino para pedirle un favor.
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Empieza la noche, son las 21 horas y todavía no doy con Jose. Lo llamo, como quien quema el último cartucho. Pensé que estaría en Asia, parado en alguna puerta, enternado,
con el porte elegantísimo que le dan sus más de 185 centímetros de estatura, sonriéndole a propios y extraños -Jose es "anfitrión", pero para ser rigurosos y no faltar a verdad, es
"impulsador de ventas"-. O tal vez, estaba tirado en alguna discoteca pituca, donde están las mujeres "cascarón" (no haré comentarios al respecto), haciendo roche, o alguna tontería. Lo cierto es que estaba en su casa. Me contestó. Lo salude. Me dijo que vaya, que
iba a ir Katia. Le dije que iría... .
Me lavé la cara, me moje el pelo, y tome un polo con cuello LaCoste de dieciocho soles en Polvos de Higuereta, me puse mis tabas Merrell, me eché la "Bottled" de Hugo Boss, cogí las llaves del carro y salí.
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Llegando a Usandizaga (mi calle) con Primavera, veo patrulleros por todos lados. Lo habían parado a un tipo, "pobre desgraciado" dije, y seguí como si nada. De pronto, una luz intensa en mi espejo retrovisor me ciega. Volteo. Es el tombo. Me hace la señal universal invitándome a estacionar, mueve la linterna con "golpes" hacia la izquierda, como si estuviese en la Costa Verde. Paro al instante.
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"¡Buenas nocheees caballero! ¡Documentos por favor!", me dice gentilmente.
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-"Por supuesto -respondo en seguida, algo incomodo- ¿cuál es el problema jefe?".
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"Estamos en 'batida'", respondió sin titubeos.
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'Batida', esa palabra. Me sentí una prostituta de Arriola, o peor aún, un mariconazo de la cuadra 17 de la Arequipa, frente al ‘American’ (Latin Dub). Quizás yo sea el delicado, pero hubiese preferido que me diga "operativo" o algo por el estilo, bueno no es para llorar tampoco. Le ofrezco mis documentos, preocupado porque presentía que mi mamá no había comprado el SOAT, por lo que no se lo ofrecí.
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"Su tarjeta deee propieda' y SOAT por favor", me reclamó el tombo.
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-"¡En seguida!". "¿'En seguida' qué huevón?, si no tienes nada", me dije a mi mismo.
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"Usteee' ¿a que se dedica?", me interrumpe mientras buscaba los papeles.
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-"Estudio pesquería en La Molina jefe, la carrera del futuro -siempre hago esa acotación-"
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Sigo buscando, agobiado por no encontrar el SOAT, "¡pero si está pegadote en el parabrisas!", me decía internamente. No lo encontré, me puse nervioso. Pero no lo aparenté, si el maldito se daba cuenta estaría perdido.
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-"Maestro, no los encuentro (los documentos) -prorrumpí- vivo aquí a dos cuadras (aquisito nomas), si usted lo ve conveniente, regreso, recojo los papeles y vuelvo para mostrárselos", le dije, tratando de no quebrar la voz, ya que sabía que si el tipo lo deseaba, me ponía una multa, o peor aún me pedía "pa' la gasolina".
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"Usteee' sabeee que el reglamento dice que debe circular con: brevete, documento de identida', tarjeta de propieda', y SOAT", me recriminó el oficial.
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-"Lo séee (mi queridooo... "gallo viejo"), acabo de sacar mi brevete, el 14 de febrero, ¡Día de la Amistad! -le sonreí- Jefe mi vieja es una desordenada de mierda y no encuentro nada" continué...
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"¿Y ahora qué hacemos?", me levantó la barbilla.
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... uuuuyy, este maricón, esas palabras sólo me indicaban algo: ¿Y cómo es? Yo llevaba encima dos cosas: uno, 10 soles con 30 centavos en el bolsillo; dos, un rollo moral, que muchos creen que es menos valioso.
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-No sé cojud... ¡me dejas seguir pues!... ¡como pa' meterte goma gilaso!, pensé. No estoy seguro si el tombo pretendió pedirme "una colaboración", lo cierto es que no le entendí -un poco de inocencia que raya la estupidez, o viceversa-, por lo que le dí una solución algo burda para él, pero lógica para mi: "Distinguido oficial de estas tres veces coronada cuida' -le dije- si usteee' -para ponerme de tu a tu con el oficial, y que no tenga ningún problema conmigo por oler a 'lonia de 40 dólares, por eso el lenguaje es importante- lo cree pertinente yo procedo a dirigirme a la dirección en la que me encuentro domiciliado, acopio los documentos del caso y provengo a mostrárselo". En verdad no le dije eso, pero me hubiera encantado. Le dije que iría a mi casa a buscar los papeles y volvería a enseñárselos.
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"Usteee' es un chicooo muy educado -me dijo seriamente- y no voy a pensar que se ha robado el automóvil que dice que es de su señora madre, por lo que vuelvaaa a su domicilio y sustraiga los documentos para que no tenga problemas en el futuro".
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-"Muy amable jefe -le sonrio medio incomodo- en todo caso disculpe mi por haberle hecho perder el tiempo".
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Prendí el carro, y me fui a la casa.
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Mi vieja parece que desordena las cosas sintomáticamente, es increíble el desorden, parece algo hecho al propósito. Ni yo que soy una persona desordenada, que tengo el regalo del primer mes de mi ex-enamorada (de hace 5 meses) encima de la mesa, con cosas encima, que siempre digo que lo voy a guardar, que tengo exámenes del 2003-ii mezclados con exámenes del 2006-i, ya es una mierda. Pero mi mamá, una vez más, me sorprendió. No se si "odiarla" por haber heredado eso de ella, o admirarla por enseñarme, con el ejemplo, de cómo no se deben hacer las cosas. Luego de treinta y tantos minutos encontramos el SOAT, estaba en el lugar donde ella sabía que lo había guardado, sólo que lo busco mal, puta la cagada. En resumen, algo de 3 minutos se convirtió en 30.
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Partí a la casa de Jose con más de una historia en la cabeza. Riéndome solo, buscando el reggaeton de RAKIM Y KEN-Y (WAAAAAAAAAAYY)... subiendo el volumen, esquivando a una couster que frenó en seco... los baches... ¡Lima es tan paja!, hasta los sábados a las once y media de la noche en la calle la pasas de la PM.
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Llego donde Jose. Entro. Pero algo paraliza mi cuerpo... es un ruido espantoso, y pienso que tal vez hubiera sido mejor que el tombo me guardara. Sigo caminando, asustado, incrédulo de lo que sabía que estaba pasando. Llego a la sala. Lo veo. Me rió por no llorar. Es Jose, con un micrófono en la mano, cantando canciones de Nino Bravo, ¡CSM! Me sonríe con su cara de desgraciado y me ofrece cantar con él...
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Jose es una de las personas más increíbles que puedes encontrar en la vida. Siempre quiere ser el mejor, y lo es. Uno de los mejores amigos. De los mejores de la facultad. Cuando practicábamos tae kwon do y todos lo lorneábamos porque no podía levantar el pie más arriba de su cintura, y de paso lo pateábamos porque nos caía mal -jajaja-, él no dejó de practicar. Ahora el maldito ejerce su hegemonía sobre la arena. Es campeón nacional, universitario, interuniversitario, de barrio, del Cerro san Cosme y San Cristobal, etc, etc... Pero dos excepciones a la regla: cuenta chistes malísimos. Me habrá contando, en 6 años que vengo desperdiciando mi vida junto a él, alrededor de 60 chistes, todos malísimos, los peores, peores que los de Carbonel. ¡Y encima no eres gracioso! Date cuenta hermano. Pero peor que los chistes, es su desenvolvimiento como cantante. Ni uno estando borracho lo escucha bien. Pero como siempre Jose testarudo, toma las críticas con una sonrisa enorme, sabiendo que sólo lo estamos ayudando a ser mejor.
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Me senté. Observaba a los presentes, conocía a más de la mitad de ellos, habíamos estado en pastoral juvenil en el cole, éramos patas, pero me sentía ajeno a la reuna ya que no nos veíamos hace tiempo. Sentado en la esquina del sofá, me reía de cómo cantaba Popi, o lo feo que desentonaba Jose, yo murmuraba pretendiendo cantar, pero soy más coherente que Jose y sé que el arte no es lo mío.
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Fue llegando más gente. Me paro para ir a sacar algo del carro. Saludo al papa de Jose, el Sr. Boluarte, me ve y me dice "Gemelo ¿como estás?", sonriente, me acerca con sus manos hacia su barriga -el Sr. Boluarte es tan alto que, a pesar de yo medir 1.83, le llego a la barriga- como si me fuera escapar, inspirando en mi esa confianza que la dan sólo las personas nobles y buenas que te aprecian. "Estoy molesta porque no me has ido a saludar" me recrimina, con mucha razón, la Sra. María Luz, mamá de Jose, y se ríe. "No seño, no fue mi intensión, sólo que usted se esconde", nos reímos juntos. Antes de irme, el Sr. Boluarte me dice "¡Estás engordando!" y con premeditación se abalanza sobre mí y me empieza a hacer cosquillas en la barriga. Trato de huir pero no puedo. Soy débil al costado de tan imponente figura. Logro escaparme y me quedo riendo por un rato. Por 4 segundos tuve 8 años nuevamente. Seguro es esta una de las experiencias más sublimes y exquisitas de toda mi vida. La vida se construye de pequeños detalles, para algunos imperceptibles, para mi solemnes. Estos 4 segundos, quedarán en mí como una vida de recuerdos...
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[Continuará, esperemos que pronto..]
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Voy a tener que pedir disculpas a mis amigos y amigas que leen con entusiasmo las reflexiones y tonterías que escribo, pero no voy a poder terminar esta historia. Algo desgraciado ocurrió en mí… de un momento a otro me llego la felicidad, en treinta segundos cambió mi vida. Ahora estoy pensando en cojudeces que bloquean ese espíritu inquisidor que me gusta tener.
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Tal vez sea de las pocas personas que cuestionan su felicidad, o quieran saber por qué mierda son felices, y no soy filosofo, ni pretendo serlo. Simplemente que en estos momentos prefiero no escribir. Pero si el Todopoderoso me ha premiado con este castigo bendito, será bien recibido y lo disfrutaré al máximo sabiendo que habrrán momentos de zozobra en un futuro no muy lejano (esperemos que no).
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Gonzalo
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