viernes, 29 de agosto de 2008

Lo siento

Te digo adiós si acaso te quiero todavía
Quizas no he de olvidarte... pero te digo adiós
No sé si me quisiste... no se si te quería
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
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José Angel Buesa
Poema De La Despedida

La cagué.
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Arremetí contra ti como si tuviera derecho, como si todo lo dicho fuera cierto. Pensé que tenías que entenderme, porque, claro está, tenía razón. Pensé que eras mala y mezquina, y que definitivamente no te importaba nuestra amistad. Pensé que eras falsa conmigo, por ende te merecías lo que tenía yo para ti. Pensé todo eso y más y por eso no tuve reparos en decirte lo que te dije. Te pedí no ser más amigos, porque no aguanto ese tipo de relaciones. Por lo menos esa noche así lo sentí.
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Días después una sensación de culpa invadío mi tranquilidad, mi felicidad, mi espacio.
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Se podría decir que pocas veces desde el 2007 -que se sepa que es el peor de mis 22 años vividos- casi todo me sale bien, si no es todo. Estoy haciendo lo que quiero, y curiosamente, no es nada malo, y más curioso aún es que parte de lo que quiero hacer es estudiar. La gente suele catalogar los momentos de felicidad más recientes como "los momentos más felices de sus vidas", y sin temor en ser uno de ellos, este es uno de esos momentos. Así fue hasta que -como repito- una sensación de culpa me invadió.
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Entre beta-oxidación de lípidos y biosíntesis de los mismos, analicé mis acciones, y fue cuando sentí que la había cagado, y bien feo pa' colmo. Pero eso no quedó ahi nomás. Fui más lejos. Me puse a pensar el porqué de mi reacción y mis reclamos. Las evidencias eran estremecedoras, a todas luces pensé estar loco. Yo que tantas veces había etiquetado de bipolar a varios babosos, ahora me estaba comportando como uno. Me di pena. Y es que es dificil aceptar que eres un loco-sin razón. ¡Lo peor es no tener razón! Porque en fin, con razón parecería menos cojudo. ¡Pero no! No la tenía.
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Tenía que pedir disculpas, a pesar de lo ya dicho, era una obligación hacerlo. No se puede andar por la vida haciendo daño. No se puede cometer errores y hacerte el loco para que todo pase. No se puede decir todo lo que uno siente, ya que nuestra verdad no es la verdad. No se puede faltar a la confianza de las personas que te llaman "amigo". No se puede fallar a un amigo. No se puede y yo pude. Una vida tratando de hacer lo que se debe y toda mi bestialidad me asalta por escazos minutos, los suficientes como para deshonrarme. ¡Así es! Porque todo lo que le haces a los demás es como hacertelo a ti mismo (y no es por esa estupidez del karma, cosa que no creo).
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En casos como estos, del tipo sentimental-amical, es común que la persona arrepentida sea humillada, que sea increpada a responder por las acciones de las que se arrepiente. Si no se arrepintiera pediría explicar los hechos tratando de buscar justificación alguna antes de pedir disculpas. Y como es obvio y compresible, la persona ofendida se siente en el derecho a maltratar al arrepentido, tratantdo -no sé si conciente o inconcientemente- de suministrar la misma dosis de dolor a la que fue sometida. Así pasa en el 97% de los casos. Orgullo, resentimiento, no sé. Sabiendo esto, y conociendo a mi interlocutora decidí pedir disculpas y enfrentar las consecuencias de mis actos.
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A veces, lo más fácil es saber lo que se tiene que hacer, lo difícil es hacerlo.
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Reaccionó como sabía que lo haría. ¿Y qué quieres que haga? -dijo ella. Y tiene razón. Dentro de mi estupidez no había advertido el terrible daño que le había causado. Hasta ahora no sé cuanto dolor causé, no lo puedo entender. Eso es grave, quizá más grave que el daño causado, ya que no sé cómo reparar lo ya cagado. No digo que sea exagerada, sólo que no puedo solucionar el problema. Se me escapó de las manos...
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Tendré presente tus consejos...
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No sé si he hecho bien disculpandome, parece que a ti te parece un acto de provocación, un sin sentido de un sin vergüenza. Aunque no lo creas es un acto de humildad y arrepentimiento. Antes de pedirte disculpas, me sentía normal (total ha pasado una casi semana), es más, pensé que mejor era olvidar todo, dejarlo así. Ahora, algo aliviado con mi conciencia y herido en el alma, me siento mal, muy mal. Es lo que merezco y lo acepto. Abrigaré la esperanza que todo sea como antes, aunque sea sólo eso: esperanza.
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Si nos cruzamos, ¿nos saludaremos como si nada hubiera pasado? ¿o no lo haremos? Prefiero la cortesia, pero no me gusta la conchudez. Entiendo que quieras pensar feo de mi y que desprecies lo pasado (aunque nada lo cambie).
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Hazme un favor, cuando te acuerdes de mi por algo (si es que lo haces) no lo hagas con rencor, no es bueno para ti =o) y como te habrás dado cuenta, no lo merezco.
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Aunque no seamos amigos te quiero y te extraño. Es raro -como el arrepentimiento- no se explica, sólo se siente.
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¡Éxitos!

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