La isla de los sentimientos

El amor es sufrido, es benigno;

el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;

no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

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1 Corintios 13:4-7

No me atormentaré más por lo que ya no puedo cambiar.

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Días atrás -no sé cuántos-, discutí con una chica maravillosa. No sé todavía lo que me pasó, pero para no complicarnos diremos que me volví loco.

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Lloré, me lamenté, me arrepentí y pedí disculpas. No fue suficiente. Mis palabras, tenebrosamente estructuradas, calaron en lo más profundo de sus sentimientos, de su autoestima, de su yo escencial. La había herido. Sin querer, sin motivos y sin dudas, mis pulsiones de muerte alejaron lo más lindo que tenía: a ella.

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Lo nuesto no fue una historia romántica de amor. Aunque pensándolo bien, ingredientes no faltaron, pero repito, no se trata de una historia de amor romántico. Es una historia de amor a secas.

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Para mi el amor es tan simple y sencillo que se expresa a cada momento de la vida. Puede ir desde el gesto más impresionante hasta el más "insignificante" como un mensaje de texto a las cuatro de la mañana diciendole que piensas en ella, que la quieres. El amor es simple y sencillo no sólo porque lo demuestras con tu flaca, sino también con tus amigos y amigas, con tu perrito, con tu peluche.

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Mi historia de amor no tiene grandes frases ni locuras románticas. No tiene enemigos indestructibles ni problemas estúpidos. No hay terceros maliciosos ni cuartos traicioneros. Es más, en estos momentos no tiene protagonistas. Mi historia de amor sólo tiene una amiga y muchas alegrías. Tiene bonitos recuerdos y muchos engreimientos (aunque la mayoría hayan sido sólo por messenger). Mi historia de amor sólo tenía amor. Mi historia de amor ya acabo.

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Este cuento se cruzó en mi camino por unas palabras mal tipeadas en Google. Lo leí y me gustó. Quería compartirlo ya que refleja un momento por el que acabo de pasar o mejor dicho, estoy pasando, y seguiré pasando por mucho tiempo. También quería escribir sobre muchas cosas, pero estoy cansado y lo haré en otro momento.

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Espero lo disfruten.

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¡Éxitos!

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Érase una vez una isla donde habitaban todos los sentimientos: la Alegría, la Tristeza, el Orgullo, la Sabiduría y muchos más, incluyendo al Amor.

Un día les fue avisado a los moradores que la isla se hundiría, por lo que todos los sentimientos se apresuraron a abandonarla. Abordaron sus barcos y se prepararon a partir apresuradamente. Sólo el Amor permaneció en ella; quería estar un rato más en la isla que tanto amaba, antes de que desapareciera.

Al fin, con el agua al cuello y casi ahogado, el Amor comenzó a pedir ayuda.

Se acerco la Riqueza, que pasaba en un lujoso yate y el Amor dijo: ¡Riqueza llevame contigo! La Riqueza contesto: No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti.

Le pidio ayuda a la Vanidad que también venía pasando: Vanidad, por favor ayúdame. Le respondio: Imposible Amor, estás mojado y arruinarías mi barco nuevo.

Paso la Soberbia, que al pedido de ayuda contesto: !Quitate de mi camino, o te paso encima!

Como pudo, el Amor se acercó al yate del Orgullo y, una vez más, solicito ayuda. La respuesta fue una mirada despectiva y una ola casi lo asfixcia.

Entonces, el Amor pidió ayuda a la Tristeza. ¿Me dejas ir contigo? La Trsiteza le dijo: Ay Amor, tu sabes que siempre ando sola y prefiero seguir así.

Paso la Alegría y estaba tan contenta que ni siquiera oyó al Amor llamarla.

Desesperado, el Amor comenzó a suspirar, con lágrimas en sus ojos. Fue entonces cuando una voz le dijo: Ven Amor, yo te llevo. Era un anciano el que le decía eso. El Amor estaba tan feliz que se olvido preguntar su nombre.

Fue llevado a la tierra de la Sabiduría y una vez allí, el Amor pregunta a ésta: ¿Quien era el anciano que me trajo y salvo mi vida? La Sabiduría respondió: Era el Tiempo. ¿El Tiempo? ¿Pero porqué el Tiempo me quiso ayudar?, preguntó el Amor. La Sabiduría respondiço: Porque sólo el tiempo es capaz de ayudar y entender un gran amor.

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No importa cuanto tiempo esperemos, si existe amor el tiempo nos ayudará a esperar aquello que más deseamos. Todo es hermoso en el tiempo exacto que Dios tiene para nosotros, ni antes ni después.

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Aunque este relato trata al amor como un sentimiento, hay quienes dicen que el amor no es un sentimiento, sino una decisión, de tal manera que independientemente de como te sientas, busca las cosas que le hagan bien a esa persona a quien le brindas tu amor.

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El amor vedadero es una decisión y como proviene de Dios está llamado la eternidad.

Ella.