Cumpleaños | 09ENE2013
0300 horas y casi no he dormido. Me gustaría poder decir que es porque he recibido mi cumpleaños pero no es el caso. Estaba procesando información que por fin conseguí. A las 0400, sin éxito en la recuperación de información, decido preparar mi desayuno y distraerme jugando con Tonka en la oscuridad del amanecer.
0500 nos hacemos a la mar. El Sol tarda en mostrarse e ilumina las espaldas de las nubes como los faros de una Land Cruiser cuando su luz golpea una superficie. Es intenso, el fuerte amarillo fuego en las nubes así lo declaran. El pronóstico dice que será un día de fuertes vientos y no miente. La panga rompe el agua y ésta nos moja.
"El agua está muy fría, no?", afirmo con seguridad
"¡Estás loco! ¡Está calentita!", se ríen los marineros
"¿Estás de goma?", me pregunta Calín
"Nooo" -le digo- "No me emborracho desde el 17 de enero del año pasado". Por algún motivo recuerdo la fecha
"Deberías dormir en las tarde", sugiere Daniel
"No me gusta... además me pierdo los sunsets", respondo
"Ah... 'tonces eres como los gatos!", afirma Daniel
"Puede ser..." -reflexiono- "... tampoco me gusta bañarme". Todos ríen.
No recuerdo ni un sólo animal que se bañe para estar limpio. Quizás tratar de quitarnos el olor, diariamente y sin éxito, es síntoma de lo profundamente trastornada que está la humanidad. No soy hippie y me caen mal los resinosos y eso es lo peor: que ya no podemos quitarnos esa costumbre.
Las nubes se apiadan de nosotros y la naturaleza es generosa. Se siente un ambiente relajado a pesar de las olas y los vientos que golpean constantemente la embarcación. Sólo hemos regado 3 líneas de las 8 que solemos utilizar. Les digo a los chicos que aquí me tienen para cualquier cosa pero mejor si no ocurre nada. Hasta me cuesta sonreír para la foto. Me echo a descansar. Pienso en varias cosas. Sobre la vida, el trabajo, mi llegada a Lima. Pienso en la inmensa alegría que me da volver a tierra y lo poco que me gustan los climas agitados en el mar. En lo mucho que me molesta trabajar mezclado con la tristeza de no salir a pescar. Empiezo a cuestionar algunas cosas. Estoy confundido pero también cansado, esperaré que las olas traigan las respuestas.
0900 la faena finaliza.
"¿Cuánto tienen?", pregunto
"Unas 30 libritas, por lo menos pagamos la gasolina", me responde Calín
"¡Hay más oe! -le digo- "Más de 40 libras, vas a ver!", le digo con seguridad. La tripulación se ríe, pero no me cree.
Pensaba sobre el registro de datos que llegó a mis manos y pasé toda la madrugada tratando de descifrarlo. ¡Es horrible! No se puede sacar nada de éste. Estoy indignado. Me llega saber que una de las primeras actividades productivas en la historia de la humanidad ha sido dejada de lado y tergiversada, siendo tan importante para la seguridad alimentaria y la conservación de los océanos. "Ya sé porque todos son pobres!", le comenté a John incrédulo ante el registro. Más allá de la molestia, me alegra saber que está en mis manos poder ayudar a que la comunidad mejore su eficiencia en la pesca y, así no salve los mares de la depredación, por los menos este lugar será un ejemplo a seguir para las pesquerías del futuro, si es que queda alguna.
Volviendo a tierra me paro en la proa. Me siento aprisionado con los lentes y la gorra, si bien protegen del sol también lo hacen del viento y del sentimiento de libertad éste nos hace sentir. Me libero.
"¡Vas a morir hombre!", me grita asustado Calín mientras me hace señas para que vaya a sentarme a popa. Recuerda como la última vez con las mismas condiciones una ola golpeo con fuerza el casco por babor haciéndome volar 3 metros dentro de la panga cayendo encima de todo lo que pude haber caído (anclas, pescados, boyas, artes de pesca, etcétera).
"¡Estoy aburrido!", le grito con fuerza porque el viento no permite comunicación, mientras le hago señas para que vaya más rápido.
Calín exageraba, no estaba al borde de la muerte, quizás si ante la posibilidad de lastimarme seriamente con alguna de las anclas que viajaban a mi alrededor. Una vez dominado el movimiento de la panga, libero mis manos y relajo el cuerpo. Menos cansado, todo es más claro. Miro el cielo azul intenso. Pensar en estas circunstancias es un despropósito. Al final, sin quererlo, una idea aclara y tranquiliza mi mente: "Quizás buscarle un sentido a la vida sea como buscar figuras reconocibles en las nubes: puede que sea divertido pero no tiene sentido hacerlo".
Se pescaron 47 libras de pargo.
Es curioso cómo pasamos el año buscando fechas para poder descansar. Y las justificamos de maneras que no resisten el menor análisis. Yo me hice a la mar el 24 y 31 de diciembre, no gano dinero si piensan que lo hago por obligación. Me hice a la mar hoy y pienso que no tener motivos para hacer algo e igual hacerlo es porque eso te hace feliz.
Aunque a veces me sienta desorientado sus ánimos, alegría, buenos deseos y deseos de éxito me alivian y entusiasman tanto como cuando el horizonte se deja ver en medio de olas, lluvias y nubes espesas en medio de la tormenta.
Les mando mis saludos y cariños y espero poder verlos en Lima.
Acuérdense: No hay colorado malo, sólo sobón!